No se sabe con certeza el tiempo que tienen los dos molinos de piedra que sobrevivieron al tiempo, de los seis que había en la comunidad, pero todavía se usan para moler grano del valle cochabambino y de los departamentos de Potosí y Oruro.
“Estos molinos de piedra datan de las haciendas y ahora los lugareños lo conservamos con el objetivo de incentivar el turismo, cada molino tiene sus encargados. La gente acostumbra a venir los fines de semana y los feriados”, dijo Armando Nogales, secretario de Cultura y Turismo de la comunidad Molino Blanco.
Mario Santos, encargado del molino llamado Carmen, dijo que se puede regular el molino a gusto del cliente. “El regulador del molino tiene el nombre de guitarra y eso nos permite moler el grano, áspero o fino, como pida la gente. Podemos moler la cantidad que sea, si hay agua”, explicó.
Asimismo, indicó que una arroba, ya sea de maíz o trigo, toma una hora molerla, dependiendo de cómo estén las ranuras de la piedra. “Se deben afilar las ranuras y para hacer ese trabajo se requiere levantar la tapa (piedra de encina), para lo que se requiere por lo menos cinco personas, además de palos para ayudarse”, dijo.
En tanto, Encarnación Carballo, socia del segundo molino, señaló que moler una arroba de maíz o trigo tiene un costo de hasta ocho bolivianos cuando la demanda es alta, particularmente, cerca de la fiesta de Todos Santos. “Vienen de diferentes lugares, hasta de Oruro y Potosí, incluso traen tostado para moler, porque el sabor es más agradable”, concluyó.
Apuntan al turismo y la agricultura
Según Armando Nogales, secretario de Cultura y Turismo de Molino Blanco, la comunidad le debe su nombre a los molinos que aún se conservan y a la harina blanca que sale de ellas. Actualmente, esta región se caracteriza por ser productora de maíz, trigo, manzana, papa, arveja cebolla y otros productos.
Pero también se distingue por su gastronomía con base en pato y conejo.
Cuenta con más de 300 habitantes y se halla a unos 15 minutos del centro histórico del municipio de Sacaba.